martes, julio 08, 2003

Nuestro universo bola está formado por el material con el que se construyen los sanitarios: de nutrirlo nos encargamos día tras día. En este contexto, el optimismo no es más que una adaptación de los sentidos. A ese olor conocido lo tomamos por exótico y cuando bebemos la vida hasta las heces no sabemos cuanta literalidad hay en lo que estamos haciendo.

Recuperemos la ilusión.

¿Para qué correr? Más allá del hecho de que el footing es un coñazo y la soledad del corredor de fondo un onanismo elevado a categoría olímpica, existe una justificación ontológica para la atrofia muscular. Y es que el movimiento no existe, nunca ha existido. El mundo sigue igual de idiota que cuando Parménides tuvo la feliz ocurrencia de decir que el universo era una esfera, lo que ha cambiado es el diseño de la esfera, de la misma forma que el balón del mundial de Corea y Japón nada tiene que ver con el añorado Adidas-Tango del mundial argentino. Homer Simpson es, pues, el héroe moderno. Nada hay más allá del sofá, las patatas fritas, una cerveza fría y la televisión. Los trabajos del héroe resultan en una graciosa barriga que es nuestro universo particular, brillante pero insatisfactorio, tendente a la esfera pero sin posibilidad de alcanzarla por nuestra imperfección humana.

jueves, julio 03, 2003

Hoy empiezo, y no sé como empezar. Es un buen comienzo